domingo, 20 de junio de 2010

Los que más tienen


La presidenta Cristina Fernández de Kirchner insistió en discursos vacíos, demagógicos y confrontativos. Fue una nueva muestra de la poca coherencia y racionalidad de la supuesta construcción ideológica que encabeza junto a su marido. En el Día de la Bandera, usó el nombre de Manuel Belgrano para otra frase que quedaría bien en una película de Hollywood, pero de ninguna forma resisten el menor análisis político. Cristina dijo que "para poder ejercer la solidaridad con los pobres hay que tomar decisiones que molestan a los que más tienen". Así, mostró que no importa quienes ni por qué tienen más los que tienen más, ni por qué algunos tienen mucho más que los que tienen casi nada. Para ella, por una decisión divina están los que tienen más y los pobres, y esta es una realidad inexorable. A lo sumo, según sus palabras, se podrá “molestar” a los que más tienen para ser solidarios con los que no tienen nada. Los K, supuestos militantes setentistas, que en aquella época pregonaban tomar todo lo que tienen los ricos para repartirlos entre todos y, así, seamos todos iguales, ahora se conforman con “molestarlos”. Cristina no se pregunta por qué los que más tienen, tienen más, y si la forma en que consiguieron ese capital es legítimo, moral y se condice con los valores que el Gobierno dice sostener. Así, queda dentro de la misma bolsa una persona que heredó una fortuna, alguien que explotó a sus trabajadores, el que robó todo lo que tiene y el que ahorró mes a mes el producto de su trabajo para, apenas, tener tranquilidad financiera en su vejez. Casi seguro en la Argentina la mayor parte de “los que más tienen” en la Argentina no pertenecen al último grupo, que logró lo que tiene gracias a su esfuerzo. Pero esa es la cuestión: que las fortunas se construyan en función de aquello que la razón nos dice es lo más justo y que todos tengamos las mismas posibilidades de progreso. Una vez más, la liviana demagogia K provocó que Evita, Marx, el Che y otros tantos militantes desaparecidos, se revuelvan en sus tumbas.

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