martes, 12 de agosto de 2008

Independencia y subordinación a los mercados

Los mercados le dieron a la Argentina, pero no porque haya señales de una crisis económica, sino porque se cansaron de las informalidades y de las irregularidades del Gobierno Nacional. La agencia crediticia Standard & Poor´s (S&P) bajó sus calificaciones soberanas de largo plazo en moneda local y extranjera de la República Argentina a ´B´ desde ´B+´ en su escala global. Esto ahogó el plan del Gobierno de la recompra de bonos de la deuda, la primera medida destinada a paliar la crisis financiera después de intentar minimizarla durante días. La Bolsa, en tanto, abrió con una leve baja de 0,12% y no paró de profundizar sus caídas. El índice Merval de las acciones de las empresas líderes de la Bolsa de Comercio porteño bajó 3,81%, hasta los 1.708,95 puntos. Entre las causas que dispararon el malestar en los mercados se destacan la defensa del rumbo oficial expresada por la presidenta Cristina Kirchner en la primera conferencia de prensa y la venta de bonos a Venezuela a una tasa del 15% anual, cuando países como Perú o Bolivia pueden conseguir el mismo crédito, al 7 u 8 por ciento. Pero hay otro dato. La difusión de una tasa de inflación de apenas 0,4%, cuando el mercado esperaba 0,6 o 0,7%, pese a que los cálculos privados la ubicaban entre 1,4 y 1,8% afectó el humor de los inversores. Es decir, que no esperan buenos índices, esperan simplemente que el Gobierno sincere los datos. Lo ideal para cualquier Gobierno, es independizar sus acciones del humor de los mercados, sin embargo el acceso a ellos tiene sus beneficios. En algún momento el Kirchnerismo pudo darse ese lujo, pero evidentemente ya no. Ahora, la serie de errores políticos cometidos en los últimos meses, han provocado una importante limitación en su capacidad de acción. Por ello le quedan dos caminos: recuperar la credibilidad y el apoyo social perdido (desde empresarios hasta los gremios), o directamente subordinarse a los caprichos del mercado. Si lograse lo primero, lo segundo tendría que llegar solo. ¿Hay voluntad política para hacerlo?

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