viernes, 12 de febrero de 2010

Degollado, tuerto, ley y moral

En una nota que el sitio web Perfil tituló “El degollado se ríe del tuerto”, informa que la ex ministra de Economía Felisa Miceli, que tuvo que irse del Gobierno de Néstor Kirchner en medio de un escándalo cuando encontraron una bolsa con una gran suma de dinero en su baño privado de Economía, se sumó a las críticas contra Néstor Kirchner por haber comprado 2 millones de dólares en un mes en el cual la divisa tuvo un repunte en su cotización respecto el peso. "A mí personalmente no me gustó, no me pareció bien", afirmó Miceli a radio América, cuando se la consultó sobre la actitud del ex Presidente, y agregó: "Está claro que desde el Ministerio de Economía, el Banco Central y la Presidencia se maneja información privilegiada que no debe usarse para cuestiones personales de los funcionarios". ¿Con qué derecho la ex funcionaria le reclama al ex Presidente? La diferencia entre los dos es que Miceli tuvo que renunciar a su cargo y en la actualidad debe dar precisas explicaciones a la Justicia por el caso, mientras Kirchner se limitó intentar una difusa aclaración –sin demasiado esfuerzo- a través de un periodista ultra K. Antes, los funcionarios sospechados se iban del Gobierno, como también se intentaba despegar la imagen del Ejecutivo de los dirigentes polémicos. Pero esto ya no sucede. Es más, casi refriegan en la cara de la sociedad la arbitrariedad con que se dirigen muchos funcionarios, por ejemplo Guillermo Moreno. La falta de explicaciones de Néstor Kirchner es en realidad la jactanciosa demostración de que el Gobierno está decidido a dividir la moral y la ley. Pese a algunos inútiles esfuerzos de la Presidenta, el kirchnerismo ya no se preocupa de que sus actos sean vistos por la sociedad como actos morales. Le basta con que sean legales para evitar que las instituciones de la Nación puedan ponerle coto. La erosión del apoyo popular, ese que se funda en la confianza y la capacidad que cree la sociedad tiene un gobierno, ya le ha dado la espalda definitivamente al Poder Ejecutivo. Ha comenzado una transición que el kirchnerismo se niega a admitir y está empecinado en demostrar que lo evidente no es real, sin importar los costos. Los dirigentes oficialistas son, como ellos calificaron a todo lo que le antecedió, lo viejo que se niega a morir. Conservar la paz y la estabilidad social hasta la asunción del próximo gobierno, es el gran desafío de la sociedad argentina.

1 comentario:

oveja y negra dijo...

Y si!!Son unos caraduras.Besos.