viernes, 13 de junio de 2008

Ser de izquierda

Cuando se habla de política en la Argentina, se subestima la superestructura de quienes se educaron en la izquierda. Se subestima la gravedad del universo simbólico de quienes pertenecieron a grupos de militancia política, sobre todo en los años 70. Jorge Lanata es uno de los más lúcidos y comprometidos periodistas de la Argentina. Sin embargo, esa lucidez, esa independencia, esa libertad, que puede servirle para ser el más imparcial y el más cruel de los comunicadores nacionales, no le sirve para analizar ni cuestionar los límites de su educación ideológica. Sino, solamente hay que leer su larga y esforzada columna titulada “Que el azar no sea el que premie”, en donde Lanata hace una profunda fundamentación para justificar lo que para la mayoría es obvio: Quien trabaja más y se esfuerza más, debe recibir una compensación mayor por su labor. Pero este no es un error o una deformación de la educación de izquierda en la Argentina. En realidad, la educación de izquierda en la Argentina es una deformación de la educación de izquierda universal. En una adaptación que a la que se le fue agregando, convenientemente, condimentos que permitan a las corporaciones burocráticas nacionales mantener sus vicios. Pueden ir a buscar todos los textos que fundaron la izquierda política, o a textos modernos, pueden ir a lo más profundo de Marx y no hallarán allí un solo motivo que justifique que, las personas que se esfuerzan por hacer bien su trabajo y son más eficientes deban ganar lo mismo que quienes hacen exactamente lo contrario.

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