domingo, 5 de abril de 2009

El mundo después de la crisis


El ex presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, y marido de la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, pronosticó la semana pasada que de esta crisis saldrá un modelo económico del siglo XXI en el que "se hará más dinero produciendo bienes y servicios, y menos en las finanzas". Reconoció que "aún se hará dinero en las finanzas, pero no construyendo castillos de arena". Clinton pronosticó que los planes anticrisis del presidente norteamericano, Barack Obama, funcionarán, pero admitió que no sabe cuándo se saldrá del colapso. Sin embargo, ayer se conoció una muy mala noticia que contradice la teoría del ex Presidente de los Estados Unidos. La automotriz General Motors podría ir a la bancarrota, según aseguró su nuevo presidente, Fritz Henderson, en una actitud distinta a la de su antecesor, Rick Wagoner, quien renunció la semana pasada ante las presiones de la Casa Blanca. "Si en 60 o 55 días" la empresa no se reestructura y baja sus costos de producción, "vamos a tener que ir a la bancarrota", aceptó Henderson. Wagoner se vio obligado a dar un paso al costado ante las presiones del gobierno del presidente Barack Obama, que condicionó la ayuda financiera a que la compañía presente un plan de reestructuración viable para el 1 de junio. General Motors perdió más de 82.000 millones de dólares en los últimos cuatro años, y en diciembre evitó la quiebra gracias a un préstamo millonario del gobierno. Sus acciones en Wall Street valían 43 dólares hace un año, mientras que el viernes se cotizaron a 2,10 dólares. Lo curioso es que cuando se auxilió a empresas financieras, el Gobierno de los Estados Unidos no puso tantas condiciones como las que deberán cumplir las automotrices. La conclusión de Clinton es la misma que las de los economistas progresistas, y suena a todas luces demasiado ingenua. Creer que las fábricas, las empresas productoras de bienes y servicios, con todos los riesgos y las cargas que implican, en un sector más rentable que las finanzas es una utopía si los gobiernos de los países más poderosos del mundo no actúan con ese fin. Las demoras en las decisiones de fondo siguen, y las pérdidas de empleos crecen y crean un caldo de cultivo para la proliferación de estallidos sociales, y esta vez no sólo en el Tercer Mundo.

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